Presentacion


Bienvenidos al Tarot del Sol y la Luna.



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miércoles, 11 de febrero de 2009

El Universo y todo lo que hay en él,

El Universo y todo lo que hay en él, incluidos los seres humanos, existe gracias al amor.
Cuando una persona se da cuenta de esto y se esfuerza por crear una vida llena de amor, es feliz, y a su vez hace que la calidad de vida, que experimenta, sea plena y esté llena de significado.
Cualquier situación, por grave que sea, contemplada a través de los ojos del amor, se resuelve o acepta más fácilmente, que cuando se prescinde de esta energía.
De hecho, sólo hace falta seguir un principio, para vivir la vida en su plenitud máxima:
Vivir conscientemente en un estado de amor y emplear la felicidad, como piedra angular, sobre la que construir nuestras experiencias vitales.
Ahora entiendo que para ayudar a otro ser humano, en el proceso de curación, es preciso albergar un amor y compasión incondicionales, hacia todas la criaturas vivientes.
Es necesario comprender y aceptar, el conjunto de circunstancias, que han llevado a esa persona, a la situación difícil, por la que está atravesando en ese momento.
El comportamiento humano es, de hecho muy simple.
Las personas actúan por amor o por temor.
-Cuando lo hacen movidas por el amor, están receptivas y aceptan un flujo constante de energía universal, que pertenece a todo el mundo por derecho natural.
Su estado es expansivo y son felices.
-Sin embargo, cuando lo hacen movidas por el miedo, se interrumpe el flujo universal de energía, o bien queda bloqueado en diversos puntos de su cuerpo, y entonces es cuando se experimenta la aparición de la enfermedad.
El miedo puede tomar muchos derroteros.
Esta emoción es la que nos impide escuchar a nuestro yo interior, y nos lleva a crearnos todo tipo de problemas.
Cuando una persona actúa movida por el miedo, puedes estar seguro, de que hay cierto estado de desequilibrio presente en su vida.
Eso hace que cada célula de su cuerpo, pida a gritos, la corrección de ese desequilibrio y de no corregirse, aparezcan síntomas físicos, que finalmente manifestarán la enfermedad.
Gracias al don del libre albedrío, estamos en disposición, de cambiar lo que pensamos y sentimos, y de este modo incorporar, un equilibrio entre cuerpo y espíritu.
El vehículo para lograr este equilibrio, es la mente, que tiene la capacidad de hacer de intermediario, entre cuerpo y espíritu.
Se nos ha concedido la capacidad de razonar, pensar y crear.
La capacidad para crear es un instrumento muy importante ya que permite visualizar algo que no existe, y esta nueva visión puede incorporarse a la existencia si ejercitamos el libre albedrío y decidimos manifestar esta nueva forma de pensamiento.
Cuando hacemos un hueco en nuestro horario, para realizar una meditación tranquila, abrimos la puerta al conocimiento infinito, que está siempre presente en el cosmos y que se nos concederá en instantes fugaces, de clarividencia.
Estos momentos repentinos de revelación, se pueden denominar presentimientos o intuición.
Si aprendemos a confiar en nuestra intuición, incorporamos a nuestras vidas cotidianas, este tipo de conocimiento, y tomamos la decisión de emplearlo con inteligencia, podemos crear un equilibrio interior básico, para disfrutar de una salud perfecta.
Cuando hayamos alcanzado un estado de alegría interior, que podamos mantener con nosotros, a lo largo de todo el día, incluso en momentos de adversidad, podremos estar relativamente seguros, de que avanzaremos en la dirección correcta, para disfrutar de una buena salud.
Aunque muchas veces, la gente consigue aliviar sus dolencias, con tratamiento médicos convencionales, a los pocos meses o años vuelve a aparecer.
¿Por qué?
Pues porque los modelos de pensamiento, que crearon la enfermedad, no han sido tratados.
No basta con ocuparse, solamente de los síntomas de una enfermedad.
Hay que encontrar y eliminar, la raíz del problema o ésta volverá a aparecer, o se manifestará de alguna otra forma.
Es aquí donde la meditación, resulta de gran utilidad.
Si una persona puede ahondar en su naturaleza espiritual, lo suficiente como para entender qué provocó la enfermedad en un principio y luego tener el valor necesario para librarse de los patrones de pensamiento que la llevaron a ello, habrá emprendido el camino hacia una forma de vida más dichosa, libre de enfermedad.
Toda curación se origina en el interior.
De todas las leyes universales relacionadas con la curación, la más básica y, no obstante, la más difícil de entender, es la de que ninguna persona cura a otra persona.
No obstante, en contraste con esta verdad, si estamos en armonía con nosotros mismos, podemos comunicar esa armonía a otros y eso puede ayudar a facilitar la curación.
No podemos dar lo que no tenemos, pero debemos estar dispuestos a dar lo que tenemos, ya que ayudando a los demás, es como nos curamos a nosotros mismos.
Me atrevería a decir, que no puede producirse ninguna curación, a menos que haya una respuesta de la conciencia del cuerpo, a cualquier influencia externa a la que se exponga a la persona.
A menos que la fuerza vital interior del cuerpo responda a la influencia exterior, no habrá curación

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